Hoy he hablado con otra persona que,
tras saborear la libertad de expresarse libremente compartiendo su
sexualidad, se ha topado con el miedo ante el impacto ocasionado en
círculos cercanos y no tan cercanos , ha sentido la duda ante una
mirada distinta de su entorno y ha comenzado una destructiva batalla
de juicios propios y ajenos.
Una de las facetas más complejas de la
libertad es aceptar (y gestionar) el recelo de quien no sabe como
adquirirla (o de quien cree poseer una superior o inferior, o de
quien no se atreve a aceptarla). Si devolvemos comprensión ante esa
mirada en vez de defender o atacar posiciones, existe la posibilidad
de transformarlo en un encuentro que puede despertar curiosidad y
aprendizaje (por ambas partes, desde ambas miradas) en cuanto a algo
tan presente y cotidiano en nuestras vidas como es el sexo.
Pocas libertades son tan obvias y
tajantes como lo es la sexual, eres sexualmente libre cuando haces lo
que quieres, cuando quieres, con quien quieres, como quieres, sin
pasar por encima de la libertad de nadie ni permitir que nadie pase
por encima de la tuya.
Sin embargo existe tal condicionamiento moral
y cultural que en ocasiones no somos capaces de ver las cadenas
invisibles que arrastramos desde hace generaciones, en una sociedad
que consume a escondidas como los yonquis, sucedáneos de emociones
y sensaciones que no es capaz de gestionar ante la falta de una
cultura sexualmente madura, y el exceso de una moral añeja
condicionada por creencias que imponen unas normas basadas en
criterios de otros tiempos.
Cada vez que alguien se atreve a
ponerse delante de una cámara (o de un pincel, o de una simple
mirada) para compartir su sexualidad voluntariamente, está
facilitando una información que puede ayudar a otras personas a
encontrar el camino hacia su propia identidad sexual si se contagia
desde una identidad única y propia, asumida por la persona que se
expone libremente, esa identidad supone la comprensión ante el hecho
de que compararse solo es buscar en otr@s lo que no nos atrevemos a
ver en nosotr@s mism@s.
Liberarse en un entorno condicionado
por creencias sexualmente limitantes supone inevitablemente un
impacto inicial que puede asustar a quien experimenta la liberación,
no obstante no hay mayor motivación para la libertad, que ser
mostrada desde la comprensión, el respeto y el cariño.
Recuerda: no te están atacando ni
juzgando a ti, juzgan y atacan lo que desean pero no saben cómo
conseguirlo sin exponerse… como te has expuesto tú, libremente.