A vosotras, a vosotros, a
quienes folláis sin temor, a quienes os exponéis osadamente
mientras tant@s tapan sus vergüenzas con mantos teñidos de juicio y
culpa.
Actrices, actores,
productor@s, cámaras, director@s, guionistas, editor@s,
acompañantes. A todas aquellas personas que trabajan libres en el
oficio más expuesto y juzgado que ha existido en la historia. Un
oficio que lleva facilitándonos desde el comienzo de los tiempos
educación sexual (o información sexual, canalización sexual,
descubrimiento…) ante una limitada y coaccionada sombra de temor en
forma de censura causada por miedo a un libertinaje inventado (En
ocasiones por mentes confusas ante el desconocimiento de la propia
naturaleza humana).
A vosotros y vosotras mi
gratitud y mi admiración por haber saltado por encima de los muros
de una moral limitante, para compartir un regalo tan preciado como la
canalización de esa energía sexual que se nos acumula ante el tapón
de ética hipócrita (e inconsciente) de quien juzga mientras devora
la esencia de sus propios pecados.
Que nadie se confunda. Todos
los oficios tienen gente honesta y gente corrupta, gente que lo
disfruta y gente que lo sufre, gente que se siente realizada y gente
que se siente maltratada. Este es un oficio más, uno de tantos que
nos acompañan a lo largo de la historia, y como todos ellos, va
mutando junto con la sociedad que lo demanda y consume.
Me gustaría dedicar
estas palabras con todo mi apoyo, cariño y fuerza a aquellas
actrices y actores que se han topado de bruces con la realidad que
les rodea de juicio y condena por haber exhibido su sexualidad
libremente (en ocasiones para gusto y disfrute de quien más juzga).
No os dejéis confundir, no hacéis nada malo, al contrario, habéis sido capaces
de pasar por encima de la inseguridad que os impedía hacer algo que,
de alguna manera, lo comprendierais o no, necesitabais hacer. Algo
que cambió vuestras vidas para siempre porque habéis tomado las
riendas, habéis recuperado el control sobre vuestra sexualidad más
allá de los límites que alguien marcó respecto a lo que podemos
hacer o no con nuestro cuerpo, nuestro templo más íntimo y
personal, del que nadie más que un@ mism@ se puede responsabilizar y
decidir con quién, cómo y cuándo compartir.